lunes, 10 de septiembre de 2007

Es el tiempo del hacer (las palabras estan de vacaciones)

Con los buenos Días señor mío y Dios mío

Te saludo en esta linda y esplendorosa mañana de lunes, 10 de septiembre de 2007, ya estoy en el segundo día de la semana, estoy comprometido a trabajar en la misión dada por ti. Señor mío y Dios mío, quiero agradecerte por darme la oportunidad de estar vivo.

Oraciones…

Es el tiempo del hacer, colocaré la energía que me das en las actividades del tiempo presente, recordando que todo el trabajo, oficio y labor que desarrollé lo realizo gracias a ti Dios Padre, ese trabajo es el ofrecimiento de mí vida colocada en ti, estas actividades demuestran el compromiso de vida que tengo hacia ti, y reflejan mi entrega total en ti. Debo devolver todo lo que permanentemente me estas entregando, nada me pertenece, todo es prestado por ti, buscaré tu amor y gracia, con me ha de bastar… todo lo demás es tuyo señor mío y dios mío.

Te pido el don de la sabiduría, el don de crecimiento interior, para fortalecer mi espíritu y encarar con más conocimiento la lucha por el crecimiento espiritual.

Te entrego a cambio el resultado de mis acciones diarias, por ahora es una promesa, que será respaldada en cada anochecer…

Te amo inmensamente señor mío y Dios mío, quiero eliminar mis apegos, quiero dejar de ser esclavo de mis emociones, por lo tanto renuncio a esta lucha interior, y dejo en ti el retorno de la gobernabilidad de mi vida.

Yo DGRS admito que era impotente ante el perfeccionismo y la inseguridad, reconozco que mi vida se había vuelto ingobernable.

Yo DGRS llego al convencimiento de que solo un poder superior podría devolverme el sano juicio.

Yo DGRS coloco mi voluntad y toda mi vida al cuidado de Dios, tal y como yo lo concibo.

Reconozco señor mío y Dios mío, la impotencia que había tenido ante mis emociones, admito que ni mi voluntad, ni mi racionalidad eran suficientes para lograr la gobernabilidad de mi vida. Entiendo ahora que solo un poder superior puede devolverme el control y manejo de mi vida diaria, solamente Dios puede lograr que el sano juicio retorne a mi cotidianidad. Coloco por lo tanto, acudiendo a mi buena voluntad, mi vida entera y toda mi voluntad al cuidado de Dios Padre, tal y como yo te concibo, que se haga en mi tu voluntad y no la mía.

Ahora, es el tiempo del hacer, mis palabras reposarán y permitirán que mis acciones sean las protagonistas principales de este nuevo día, de este nuevo renacer… aquí estamos y aquí nos quedamos, trabajando en la reconstrucción de mi universo vital, universo dado y colocado por ti Dios Padre.

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